De donde vengo, a donde voy…

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Mi abuela Mami Chelo nació en Villa García de Arousa, Galicia, España y de pequeña se mudó a Puerto Rico. Su padre Joaquin era de Rubianes, Galicia y había emigrado a América a finales del siglo 19. Fue un gran emprendedor y estableció un negocio de provisiones en el pueblo de Arecibo donde también producía el Ron Lago y otros licores. Sin embargo, durante la breve estadía de mía abuela en la isla siendo un infante, Mami Chelo quedó huérfana de madre a los 3 años en 1918 debido a la pandemia de influenza que acabó con la vida de 50 millones de personas alrededor del mundo. Joaquín, desconsolado, se llevó a sus hijos (en Arecibo nació el menor, Lcdo. Joaquín Lago Padín) a Galicia nuevamente para que se criaran rodeados de sus familiares maternos en lo que él trabajaba en Puerto Rico e iba y venía en barco.

Era otra época, pero ciertamente, el dicho «it takes a village to raise a child» se queda corto al lado de esta familia que siempre estuvo unida y muchos vivian bajo el mismo techo. Al pasar los años, en uno de esos viajes le propone matrimonio a la hermana menor de su difunta esposa, Blanca, quien había estado a cargo de sus hijos en su ausencia y de esa unión nace María Blanca. Blanca (a quien mi padre le llamaba «Meniño») fue la matriarca de la familia, una mujer fuerte pero muy noble, a quien mi abuela adoraba y le llamaba, a pesar de ser su tía, Mamá. Mi abuela contaba que Blanca siempre la protegió, la cuidó y le dio mucho amor. Por eso siempre recalcaba que «un niño que se sienta amado, siempre va a ser feliz.»

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Maria Blanca, Blanca y Mami Chelo, Galicia 1988

Es en Galicia donde mi abuela aprende a coser desde muy jóven, un talento del cual yo me beneficié muchísimo pues fue mi modista a través de toda mi infancia y juventud. El único momento que se rehusó a coserme algo fue cuando me casé y era de entenderse. Otro de sus talentos fue la pintura.  Tenía una habilidad innata y entre mis favoritos estaban sus cuadros de flores.

Mami Chelo era una mujer suave, amorosa, inteligente, educada, discreta, con muy buenos modales y tenía muchos temas de conversación. Fue víctima de algunas circunstancias que le presentó la vida y las enfrentó en su mejor capacidad. Algo que nunca pudo vencer era un miedo excesivo a todo lo desconocido y a la soledad, un sentimiento que se apoderaban de ella y que me ha servido a mi como motivación en la vida a ser más arriesgada y calculadora en cuanto a sobrepasar el temor a «algo», pues de pequeña eso de que te controlara «un miedo» no me gustaba y siempre pensaba «no quiero que me pase a mi». El temor a los aviones y a los perros sí los llego a controlar cuando llegó a la edad avanzada. Sin embargo, en general, creo que mi abuela tuvo una buena vida en la cual su propósito y mayor satisfacción lo encontró en su rol de madre, siempre orgullosa de los logros de sus hijos, aceptando a cada uno como es y quienes se nutrieron, ante los retos en las diferentes etapas de su vida, de ese amor incondicional que ella les ofreció.

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Mami Chelo vino a Puerto Rico a visitar a su padre durante los 1930’s además de que estaba huyendo de la guerra civil Española. Es en Arecibo donde conoce a mi abuelo paterno, Bartolo Arbona Coll, de origen mallorquín y  quien estaba en dicha ciudad trabajando para un pariente.  El resto es historia…

Primer viaje a Galicia 1978
Primer viaje a Galicia 

La primera vez que visité Galicia fue a los 7 años. Hasta el momento era hija única así que para mi fue muy divertido compartir con todos mis primos gallegos. ¡Me obsesioné con los hórreos, el chorizo cantimpalo y comer tomates con aceite y vinagre! Además, en ese viaje conocí a mi bisabuela Blanca quien me enseñó a jugar briscas y con quien pasaba horas viendo partidos de fútbol por televisión. En la casa, con lo grandota que era, la cocina y el refrigerador eran bien pequeños así que recuerdo con mucho cariño las visitas diarias al mercado junto a Nieves para comprar lo que íbamos a consumir ese día. Creo que con ella aprendí a regatear precios, ja!

Al ser una familia numerosa y extendida, durante nuestra estadía, siempre la bisabuela Blanca recibía a todos para cenar en una mesa comunal donde se ponía la comida en fuentes grandísimas en el medio de la mesa y de las cuales todos se servían. Nunca faltaba el vino, el marisco fresco, el pan y la fruta como postre.

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La casa al fondo, de tres niveles, en la calle Marina es donde se crió mi abuela, aquí con María Blanca, su hermana menor en verano 1997. Mi bisabuelo Joaquín vió de jóven cuando la construyeron y soñaba con algún dia tener una casa así. Mas adelante, por cosas de la vida, tuvo la oportunidad de comprarla.
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Con mis primas Marta y Mónica Duaso en una playa en Galicia 1988

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Luego regresé a Galicia a los 15 años y a los 24 años, las dos veces, además de con mis padres y hermanos, también junto a mi abuela. Era curioso ver como en su relación con sus primos y familiares, era como si el tiempo no hubiese pasado y se podía vibrar el afecto mutuo que se tenían. Lo que sí se notaba era que en España ya no era tan española y se había «criollizado» un poco su hablar, pero en Puerto Rico siempre era «la española».

El viaje del año 1997 fue uno que atesoro pues desde América viajamos un total de 13 familiares inmediatos y mi tía abuela María Blanca, y quien vive en Santiago de Compostela, organizó un viaje en autocar por toda la región hospedándonos en casas rurales. Fue la primera vez que me fijé en los peregrinos y que escuché sobre El Camino de Santiago.

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Yo siempre durmiendo. Aquí con Tío Guille, Galicia, 1997
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Con mis padres y hermanos en Monforte, Galicia 1997

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Compartiendo con los primos en Cornazo, Galicia 1997

Durante mi luna de miel también visitamos Galicia por unos días. Luego de un pequeño crucero tipo catamarán por el mediterráneo, desembarcamos en Lisboa. Visitamos la Expo del 98 y guiamos hasta Santiago de Compostela antes de volver a Puerto Rico, con la esperanza de regresar pronto a España de lo bien que lo pasamos.

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Visita a Galicia, durante nuestra Luna de Miel 1998

La vida transcurrió, algunos nos visitaron en Puerto Rico, otros ya no están en este plano terrenal. Casi 20 años después de mi última visita a Galicia y conmemorando el centenario de mi abuela Chelo, regreso a la tierra de mis antepasados a caminar junto a mi hijo y mi tía el Camino Xacobeo. Con ilusión, esperanza y alegría de poder conocer la campiña gallega a pié y luego poder compartir con mi familia del otro lado del charco.

¡Buen Camino!